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Thursday, April 19, 2007

Buceando con tiburones



A las ocho de la mañana, bajamos en uno de los paradores muy bien equipados, con todos los servicios y ya en la playa, justo enfrente y no de casualidad, había una pequeña isla formada por grandes rocas. Sin esperar mucho tiempo, Eduardo se puso el traje de neopren y se metió a bucear, yo sin traje porque me parecía una exageración tome las patas de rana, el snorkel y me fuí al agua.

Es muy complicado caminar con las patas sobre la base, donde vi dos peces iguales, pero iguales a Nemo...no lo podía creer, eran hermosos; siempre mirando hacia abajo, en donde lo único que veía era mi sombra en la arena y sentía mi respiración. Cuando Nemo se me acercó demasiado tuve que levantar mi cabeza y ahí si, gente querida, la sensación más linda y asombrosa de mi vida, no uno, no dos, no tres si no miles y miles de peces de todos colores, tamaños y formas frente a mí.

Estaba en la película "Buscando a Nemo", se los juro, la película está muy pero muy bien realizada, era tal cual, me volví loco cuando un pez globo se me cruzó! Lo quise alcanzar y hacerlo enojar para que se infle, pero no pude porque sabía que sus púas son venenosas y no valía la pena molestar semejante paz, y armonía de su andar.

Recorriendo las rocas, los corales, ibas divisando formas y peces que sólo en un documental de la National Geographic podía llegar a ver, algunos que se hacen pasar por piedras, otros que se esconden ante mi presencia; las estrellas marinas que pasan nadando o llevadas por la corriente antes tus ojos.
Un pez largo y muy raro tenía dos bigotes en su boca que cumplían la función de manos, ya que tomaban la comida del piso y se las llevaba a la boca.
Luego de esa incursión, siento que me tocan el hombro.. y mi emoción y mi paz, por que les juro que ahí buceando están aislados de todo, flotando casi sin esfuerzo, o por lo menos no recuerdo hacerlo, escuchando la propia respiración y viendo la panorámica más hermosa que mis ojos capturaron desde que llegue a Dubai...
Volviendo al hombro, mi emoción y mi paz se interrumpen por la mano de Manuel, un mexicano compañero de trabajo, que me indica hacia donde ir y de camino lo sujeto del pie para mostrarle lo que estaba viendo: una especie de calamar de medio metro, con unos volados en sus costados que cambiaban de color a medida que ondulaban, una imagen increíble. Nos acercamos como grandes curiosos y cuando el se cansó de vernos, emprendió su marcha a una velocidad increíble.

Seguimos buceando en busca de unos tiburones que supuestamente se habían visto saliendo del coral o arrecife, vemos la arena a tres o cuatro metros de profundidad y de esta sale una manta raya. Medía tal vez medio metro de ancho y un metro de largo, me saco el snorkel que me molestaba y me hundo a dos metros aproximados para bucear junto a la raya.

Estaba encima de ella aproximadamente a medio metro, un poco más, la vi en toda su dimensión y cuando localice su famoso arpón, me di cuenta que no por nada tiene ese nombre. Es un verdadero arpón, rígido por lo que se ve, y letal, por lo que sé.

Decidí que no valía la pena arruinar mi primer buceo por un susto o algo parecido y volví a la superficie.. cuando escucho a Manuel gritar: tiburón!!! Salí en busca del tiburón, pero cuando llegue ya se había ido. Fue demasiada frustración por la esperanza de un encuentro cercano.

Ansiado encuentro

Una hora después de seguir asombrándome de todo lo que ví, cansado y con frío, volví a la playa resignado de mi encuentro con el tiburón, pero sabiendo que todavía no estaba perdida la esperanza. Descanse, tome agua dulce, ya que toda la salada me dejo la boca hinchada, y cuando recupere mis fuerzas volví al mar.

Esta vez ingresé por la parte de arrecifes más profundos, de tres a cuatro metros de hondo, buceé por media hora y nada; y ya no había gente a mí alrededor y me estaba alejando de la costa por lo que decidí volver. Pero fue en mi regreso cuando sucedió lo más increíble de todo, lo más buscado en mi día, si, un tiburón, ingreso por mí izquierda y se me quedó mirando, o por lo menos así me pareció.

Lentamente avanzaba hacia mi derecha y cuando comenzó a alejarse, cambie mi rumbo y lo acompañe, unos dos o tres metros, en unos 10 o 15 segundos de magia. No tuve miedo, sólo respeto porque la verdad intimidan a pesar que sólo tenía 1,20 metras o metro y medio de largo; luego comenzó a acelerar su marcha y yo la mía, él un poco más.

Yo tuve que bracear con fuerza para seguirle el ritmo, en dos coletazos, o menos el tiburón desapareció de mi vista con una velocidad, firmeza y entereza increíbles. Admirable, en ese momento entendí por qué la fama del terror de los mares, si él quisiera a mí y a todos los buzos que se encontraban nos podrían hacer lo que quisieran en tan sólo un par de segundos.

Es el animal más intimidante que ví en mi vida, pero en un código de respeto mutuo donde el extranjero soy yo, donde el débil soy yo, y donde el que me demostró su respeto su fuerza y su imponencia era él; el primer tiburón que ví en su habitat, en vivo y en directo.

Esta experiencia fue increíble, asombrosa y por ahora se lleva todos los premios, no creo que algo así sea superada durante mi estadía en Dubai, donde en medio de toda la tecnología, el poder y la plata, lo que más me sedujo fue lo más natural y normal de la zona, peces de colores y agua salada.

Lucio Casalla

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1 Comments:

Blogger Gise said...

Hola... Llegué acá por recomendación de una amiga, y también tuya Lucio, se llama Natalia.
Debo decir que me gustó mucho la descripción que haces de las situaciones que te tocan vivir. Es dificil estar fuera, según dicen; de lo que si tengo conocimiento es de como se extraña al amigo que está lejos, aunque permanezca en el corazón de una... En fin...
Espero estés viviendo un día a día intenso, cuestión de contar después personalmente tu experiencia.

Volveré a seguir leyendo, lo que nos regale la dueña del blog y usted. Un gusto conocerlo mediante sus palabras.

Gisella.-

5:40 PM  

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